No existe nada tan asombroso como el paraíso, ese que se construye con la persona que amas más que a nadie en el mundo. los alrededores no importan, siempre y cuando te mantengas a su lado en todo momento; el cielo puede ser azul, pero la perfección del espectro se magnifica con una mirada suya; el reloj puede seguir dando vueltas, pero con él… el tiempo se detiene. Así nos sentimos al ser parte de la boda de Paulina y Rodrigo, una celebración en donde los sentimientos brotaron, al igual que lo hacen las mareas más lindas de cualquier día. Una boda perfecta y una pareja que nos robó el corazón ¡en segundos! No dejes de ver esta historia a través de las fotografías de Fernando Caballero.
La novia
Antes de iniciar el gran día, Paulina se preparaba con una sesión de belleza que la habría de transformar en la novia más linda, sobre todo ante los ojos de Rodrigo. Para el gran día ella apostó por utilizar un vestido de novia sencillo y con una ligereza encantadora en los textiles que lo componían, ideal para disfrutar de una boda en la playa. Como complementos, nada mejor que un peinado de novia aderezado por un tocado con pedrería y elementos inspirados en las flores; de igual modo, un velo de novia estilo catedral fue el aliado indiscutible para dotar de magia su imagen para el día B. El ramo de novia nos encantó no solo por su diseño, sino por la combinación maestra de flores en color blanco con delicados follajes… ¡todo un acierto!
El first look
Uno de los grandes momentos previo al inicio de la ceremonia fue el first look de los novios. Paulina caminaba despacio, mientras Rodrigo la esperaba a la orilla del muelle con un nerviosismo que, sin duda alguna, era más que palpable. Después de ser despedida por sus familiares más cercanos, la novia llegó hasta el amor de su vida tan solo para admirar su emoción al verla vestida de blanco y lista para iniciar una aventura de por vida. Esta linda pareja, como era de esperarse, no pudo contener todo ese romance al verse de frente y con un amor indestructible. ¡Wow!
La ceremonia
Los invitados ya esperaban ansiosos a Paulina y Rodrigo para darse el “sí, acepto”. Una iglesia con toques coloniales se convirtió en el marco perfecto para que ambos llegaran hasta el altar plenamente enamorados y convencidos del gran paso que habrían de tomar juntos. Acompañados de sus padres, de unos pajes coquetísimos y de sus familiares y amigos más cercanos, los novios intercambiaron votos y se dejaron llevar por ese amor pleno que, en tan solo segundos, habría de convertirlos en recién casados. Para celebrar la gran unión, los novios salieron triunfantes por la iglesia, acompañados de aplausos y sonrisas por parte de todos los asistentes.
La recepción
Uno de los elementos que más nos gustó de esta boda fue la forma en la que Paulina y Rodrigo llegaron hasta la recepción, y es que al término de la ceremonia, la pareja disfrutó de un paseo en bote y de un romántico brindis. Al llegar al lugar, todos los asistentes esperaban con mucha emoción el arribo de la pareja a tierra firme para disfrutar de una fiesta ¡como ninguna otra! No pudimos pasar por alto la decoración de las mesas del banquete, mismas que se alzaban con un estilo rústico singular y con caminos de mesa plagados de follajes, así como de texturas naturales que ayudaron a estilizar la temática de esta boda tan bonita. Al caer la noche, los novios disfrutaron de su primer baile como esposos bajo un espectro de delicadas luces que sumaban calidez y encanto al escenario ¡por completo!
Sin lugar a dudas, una boda exquisita, extraordinaria y con los detalles más acertados para crear una ecuación de estilo ¡llena de romance! Enhorabuena a los esposos: Paulina y Rodrigo. ¡Muchas felicidades!
Fotografía: Fernando Caballero
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