Más de 50 poemas de amor, palabras perfectas para dedicar a tu pareja

Los poemas de amor nunca pasarán de moda, sin importar el paso de los años, un poema lleno de amor puede convertirse un detalle para sorprender a tu pareja. Por ello, aquí te tenemos más de 50 poemas de amor cortos, largos y perfectos para dedicar

Más de 50 poemas de amor, palabras perfectas para dedicar a tu pareja
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Tanto si eres fan de la poesía, como si no, estamos seguros de que estos versos son perfectos para enamorar a tu pareja. Aquí encontrarás poemas llenos de amor para dedicar a esa persona especial, poemas románticos de autores y poetas reconocidos, así como esos versos de amor de escritores anónimos que nos han llegado al corazón.

Poemas de amor para enamorar

1. “Una carta de amor” de Julio Cortázar

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Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo,
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso es tan poco,
yo lo quiero de vos porque te quiero.

Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.

Julio Cortázar

2. “Tercera presencia del amor” de Gabriel García Márquez

Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura
ceñida al corazón exactamente.

Este amor que es harina en la ternura,
que es infancia de sueños en la frente,
que es líquido de música en la fuente
y es lucero nostálgico en la altura.

Este amor que es el verso y es la rosa.
Y es saber que la vida en cada cosa
se nos repite cada vez más fuerte.

Tan eterno este amor, tan resistible,
que comparado al tiempo es imposible
saber donde limita con la muerte.

Gabriel García Márquez

3. “Ven” de Rafael Alberti

Ven, mi amor, en la tarde de Aniene
y siéntate conmigo a ver el viento.
Aunque no estés, mi solo pensamiento
es ver contigo el viento que va y viene.

Tú no te vas, porque mi amor te tiene.
Yo no me iré, pues junto a ti me siento
más vida de mi sangre, más tu aliento,
más luz del corazón que me sostiene.

Tú no te irás, mi amor, aunque lo quieras.
Tú no te irás, mi amor, y si te fueras,
aun yéndote, mi amor, jamás te irías.

Es tuya mi canción, en ella estoy.
Y en ese viento que va y viene voy,
y en ese viento siempre me verías.

Rafael Alberti

4. “Hagamos un trato” de Mario Benedetti

Compañera, usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos o hasta diez
si no contar conmigo.

Si alguna vez advierte
que la miro a los ojos,
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,
o tal vez porque existe,
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,
no piense que es flojera
igual puede contar conmigo.

Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo;
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.

No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
si no para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Mario Benedetti

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5. “Intimidad” de José Saramago

En el corazón de la mina más secreta,
en el interior del fruto más distante,
en la vibración de la nota más discreta,
en la caracola espiral y resonante,
en la capa más densa de pintura,
en la vena que en el cuerpo más nos sonde,
en la palabra que diga más blandura,
en la raíz que más baje, más esconda,
en el silencio más hondo de esta pausa,
donde la vida se hizo eternidad,
busco tu mano y descifro la causa
de querer y no creer, final, intimidad.

José Saramago

6. “Nos desnudamos” de Fabio Marábito

Nos desnudamos tanto
hasta perder el sexo
debajo de la cama,
nos desnudamos tanto
que las moscas juraban
que habíamos muerto.

Te desnudé por dentro,
te desquicié tan hondo
que se extravió mi orgasmo.
Nos desnudamos tanto
que olíamos a quemado,
que cien veces la lava
volvió para escondernos.

Fabio Morábito

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7. “Madrigal” de Manuel del Palacio

Me miraste, alma mía,
y fue tal mi alegría
y es mi pasión tan loca,
que sentir me parece todavía
el beso de tus ojos en mi boca.

Manuel del Palacio

8. “Quiero ser todo en el amor” de Claribel Alegría

Quiero ser todo en el amor
el amante
la amada
el vértigo
la brisa
el agua que refleja
y esa nube blanca
vaporosa
indecisa
que nos cubre un instante.

Claribel Alegría

9. “Rima XXIII” de Gustavo Adolfo Bécquer

Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso… ¡Yo no sé
qué te diera por un beso!

Gustavo Adolfo Bécquer

10. “Amor” de Salvador Novo

Amar es este tímido silencio
cerca de ti, sin que lo sepas,
y recordar tu voz cuando te marchas
y sentir el calor de tu saludo.

Amar es aguardarte
como si fueras parte del ocaso,
ni antes ni después, para que estemos solos
entre los juegos y los cuentos
sobre la tierra seca.

Salvador Novo

11. “Enséñame” de Rafael Cadenas

Enséñame,
rehazme a fondo,
avívame como quien enciende un fuego.

Rafael Cadenas

12. “Escapar hacia el mar” de Juan Gonzalo Rose

Enciérrame. Protégeme. Y deténme.
Deténme. Aquí, ahora, todo es oscuro y silencioso.
La sombra ha borrado toda página.

Apenas, doblegando los pétalos de vidrio,
penetran los rumores apagados de una luz callejera
y la halagadora sospecha del otoño.

Aquí, solo nosotros. Nosotros dos, en nuestra alcoba,
mientras Lima tirita bajo la neblina y un niño como yo,
igual que yo, tal vez yo mismo,
se echa al hombro sus versos y se escapa hacia el mar.

Juan Gonzalo Rose (Perú)

13. “Hay ojos que miran, hay ojos que sueñan” de Miguel de Unamuno

En tus ojos nazco, -tus ojos me crean,
vivo yo en tus ojos -el sol de mi esfera,
en tus ojos muero, -mi casa y vereda,
tus ojos mi tumba, -tus ojos mi tierra.

Miguel de Unamuno

14. “Amo, amas” de Rubén Darío

Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo oscuro del lodo;
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.
Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
amar la inmensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!

Rubén Darío

15. “Amor Eterno” de Gustavo Adolfo Bécquer

Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.

Gustavo Adolfo Bécquer

16. “Dame la mano” de Gabriela Mistral

Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más…

El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza.

Gabriela Mistral

17. “Soneto 29” en William Shakeaspeare

Sin embargo, en estos pensamientos mi yo casi despreciando,
a veces pienso en ti, y entonces en mi estado,
como la alondra al amanecer que surge
de la hosca tierra, canta himnos a las puertas del cielo;
Por tu dulce amor recordado tal riqueza trae
que entonces desprecio cambiar mi estado con los reyes.

William Shakespeare

18. “Tercera presencia del amor” de Gabriel García Márquez

Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura
ceñida al corazón exactamente.

Este amor que es harina en la ternura,
que es infancia de sueños en la frente,
que es líquido de música en la fuente
y es lucero nostálgico en la altura.

Este amor que es el verso y es la rosa.
Y es saber que la vida en cada cosa
se nos repite cada vez más fuerte.

Tan eterno este amor, tan resistible,
que comparado al tiempo es imposible
saber donde limita con la muerte.

Gabriel García Márquez

19. “Primera Canción” de Juan Gonzalo Rose

No he inventado ninguna melodía.
Los que amaron dirán:
“Conozco esta canción…
y me había olvidado de lo hermosa que era…”
Y habrá de parecerles
la primera
canción con que soñaron.

Juan Gonzalo Rose (Perú)

20. “Como si cada beso” de Fernando Pessoa

Como si cada beso
fuera de despedida,
Cloé mía, besémonos, amando.

Tal vez ya nos toque
en el hombro la mano que llama
a la barca que no viene sino vacía;
y que en el mismo haz
ata lo que fuimos mutuamente
y la ajena suma universal de la vida.

Fernando Pessoa

21. “Es Verdad” de Federico García Lorca

¡Ay qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!
Por tu amor me duele el aire,
el corazón y el sombrero.

¿Quién me compraría a mí
este cintillo que tengo
y esta tristeza de hilo
blanco, para hacer pañuelos?

Federico García Lorca

22. “Siempre por primera vez” de André Bretón

Hay una escalera de seda desenrollada sobre la hiedra.
Hay esa inclinación sobre el precipicio
de la fusión sin esperanza de tu presencia y tu ausencia.
He encontrado el secreto de amarte
siempre por primera vez.

André Bretón

23. “El amor” de Francisco Hernández

El amor, rodeado casi siempre por un antojo
de olvido, avanza resuelto hacia las trampas
creadas para cazar osos con piel de leopardo
y serpientes con plumaje de cóndor.
Y el amor sobrevive a las heridas y ruge,
voladora, la envidia de los venenosos.

Francisco Hernández

24. “Dos cuerpos” de Octavio Paz

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

Octavio Paz

25.”Poema 20″ de Pablo Neruda

Puedo escribir los versos más tristes esta noche,
escribir, por ejemplo:
La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.

Pablo Neruda

Poemas de amor largos

26. “Amor en la edad madura” de Cristino Vidal Benavente

Cuando se llega hasta una edad madura
el amor en ternura se convierte
y si antes lo atractivo era lo fuerte,
ahora prevalece la dulzura.

El alma sobrepasa a la figura
y de esta, la hermosura se revierte
hacia aquella, luciendo un contrafuerte
que la lleva a sentirse más segura.

Toda aquella pasión que era locura
tan prometida hasta la misma muerte,
deviene con los años en cordura,

pero muy lejos de saberse inerte,
porque la esencia en su interior perdura
y atenta a que el deseo la despierte.

Cuando tiene esta suerte,
la libido recobra su frescura
al sentir el placer de tal ventura.

Cristino Vidal Benavente

27. “Todas las cartas de amor son ridículas” de Fernando Pessoa

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son ridículas.

Quién me diera en el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.

Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas.

Fernando Pessoa

28. “Tu boca” de Julio Cortázar

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Julio Cortázar

29. “La edad madura y el amor” de Cristino Vidal Benavente

A la llegada de la edad madura
ni mucho menos el amor decrece,
pues al contrario, es cuando más nos crece,
aupando al mismo tiempo la ternura.

Puedo decir de forma bien segura
que es cuando más aumenta y reverdece
y la pasión más tiempo permanece,
como también más grande es la ventura.

Será porque debido a la experiencia,
se sabe cuánto, dónde, cómo y cuándo
ha de gozarse con mayor provecho
y sacando, además, toda su esencia,
que el movimiento se demuestra andando
y siempre sabrá más, quien más lo ha hecho.

Cristino Vidal Benavente

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30. “Sublime amor” de Rosario Sansores

El amor que te tengo es sacrosanto
y ese amor es sublime y verdadero
y por siempre jamás es duradero
porque es amor angelical y santo

Apartarlo de mí nunca podría
imposible borrarlo de mi mente
porque es como la luz fuerte y potente
y si quisiera hacerlo moriría.

No intentaré hacerlo, no, no puedo
vivirá en mi memoria eternamente
porque quise el Dios Omnipotente
que el genio de mi pecho fuera quedo

Rosario Sansores (México)

31. “Me tienes y soy tuya” de Ángela Figuera Aymerich

Me tienes y soy tuya. Tan cerca uno del otro
como la carne de los huesos.
Tan cerca uno del otro
y, a menudo, ¡tan lejos!…
Tú me dices a veces que me encuentras cerrada,
como de piedra dura, como envuelta en secretos,
impasible, remota… Y tú quisieras tuya
la llave del misterio…
Si no la tiene nadie… No hay llave. Ni yo misma,
¡ni yo misma la tengo!

Ángela Figuera Aymerich

32. “El poeta pide a su amor que le escriba” de Federico García Lorca

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

Federico García Lorca

33. “Después de las fiestas” de Julio Cortázar

Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,
qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,
eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.

Julio Cortázar

34. “Eres el sol que me ilumina” de Cristino Vidal Benavente

Siempre se encuentra el sol en mi ventana
cuando pegas tu cara a sus cristales
y en bonita y graciosa filigrana
me envías refulgencias a raudales.

No se eclipsa tu luz ni desvanece,
que al contrario, te aumenta cada día
y es que gracias a Dios, tanto te crece,
que me das parte, para hacerla mía.

Me estás iluminando con tus rayos
sirviéndome de guía en el camino,
para hacerlo seguro y sin desmayos
y llegar felizmente a mi destino.

Suerte la mía y cuánto te agradezco
ese honor, sin saber si lo merezco.

Cristino Vidal Benavente

35. “Si me quieres, quiéreme entera” Dulce María Loynaz

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, y gris, verde, y rubia,
y morena…

Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda…! O no me quieras.

Dulce María Loynaz

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36. “Si el hombre pudiera decir lo que ama” de Luis Cernuda

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;

si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;

aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Luis Cernuda

37. “Un amor más allá del amor” de Roberto Juarroz

Un amor más allá del amor,
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y de la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo
pero también para todas las posiciones
intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizá también como cerrarlos.

Roberto Juarroz

38. “A mi querido y amoroso esposo” de Anne Bradstreet

Tu amor es tal que no puedo pagarlo.
Los cielos te recompensen con creces, te lo ruego.
Entonces, mientras vivamos, perseveremos en el amor,
que cuando ya no vivamos, vivamos para siempre.

Anne Bradstreet

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39. “Acrecientas mi amor” de Cristino Vidal Benavente

Preso estoy en las redes del deseo
de ti, pues nunca pienso en otra cosa,
haciéndolo además sin titubeo,
igual que va la abeja hacia la rosa.

Me encuentro de tus gracias tan anclado
que no puede ser más y así lo digo,
de tal manera que te llevo al lado
y aunque tú no lo notes, vas conmigo.

Has llenado mi vida de ilusiones
y estoy aposentado en una nube,
donde he encontrado esas cien mil razones
por las que la pasión tanto me sube.

Cada día que pasa me doy cuenta
que este amor que confieso se acrecienta.

Cristino Vidal Benavente

40. “A veces” de Nicolás Guillén

A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: La amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡La quiero tanto!

A veces tengo ganas de ser niño
para llorar acurrucado en su seno.

A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir,
bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor
rompiéndome el pecho,
una flor, y decir:
Esta flor, para usted.

Nicolás Guillén

41. “Arde en tus ojos” de Antonio Machado

Arde en tus ojos un misterio, virgen
esquiva y compañera.
No sé si es odio o es amor la lumbre
inagotable de tu aliaba negra.

Conmigo irás mientras proyecte sombra
mi cuerpo y quede a mi sandalia arena.
-¿Eres la sed o el agua en mi camino?-
Dime, virgen esquiva y compañera.

Antonio Machado

42. “Exacta dimensión” de Juan Gonzalo Rose

Me gustas porque tienes el color de los patios
de las casas tranquilas…
y más precisamente:
me gustas porque tienes el color de los patios
de las casas tranquilas
cuando llega el verano…

Y más precisamente:
me gustas porque tienes el color de los patios
de las casas tranquilas en las tardes de enero
cuando llega el verano…

Y más precisamente:
me gustas porque te amo.

Juan Gonzalo Rose (Perú)

43. “Contigo” de Luis Cernuda

Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,
Mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
No quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
Tus ojos, regocije mi dádiva sencilla.

En el jardín umbroso mi cuerpo fatigado
Las auras matinales cubrieron de rocío;
Como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
El fugitivo instante que reposar ansío.

Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,
Reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
Sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
Sonora con el ritmo de tus últimos besos.

Luis Cernuda

44. “Siempre serás mi novia eterna” de Cristino Vidal Benavente

Siempre serás de mí la novia eterna,
la que me llena el corazón de gozo,
la que preso me tiene en calabozo
por una eternidad más que eviterna,

la que me trata de manera tierna
al escucharme en el menor sollozo
quitándose solícita el embozo
para besarme, y con caricia alterna.

Estarás para siempre en primer plano
en todo cuanto piense y no lo dudes,
pues cuando abro los ojos pronto acudes

juntándote conmigo y a la mano
permaneces y siento en mis oídos
el muy dulce tictac de tus latidos.

Cristino Vidal Benavente

45. “Ella camina en la belleza” de Lord Byron

Ella camina en la belleza, como la noche.
De climas sin nubes y cielos estrellados;
Y todo lo mejor de la oscuridad y la luz
se encuentran en su aspecto y en sus ojos;
Así suavizada a esa tierna luz
Que el cielo niega al día chillón.

Lord Byron

46. “En ti pensaba” de José Martí

En ti pensaba, en tus cabellos
que el mundo de la sombra envidiaría,
y puse un punto de mi vida en ellos
y quise yo soñar que tú eras mía.

Ando yo por la tierra con los ojos
alzados -¡oh, mi afán!- a tanta altura
que en ira altiva o míseros sonrojos
encendíolos la humana criatura.

Vivir: -Saber morir; así me aqueja
este infausto buscar, este bien fiero,
y todo el Ser en mi alma se refleja,
y buscando sin fe, de fe me muero.

José Martí

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47. “Te amo” de Rosario Sansores

Me borraste del libro de tu vida,
más no tengo reproches que lanzarte;
si me llamé tuya y consentí en amarte,
no me muestro por ello arrepentida.

No es perenne el amor, no hay fuerza
capaz de contemplarlo eternamente…
Tú y yo nos adoramos locamente, no
importa que haya sido una mañana.

Dulce huella en mi espíritu has dejado
porque en mi corazón ¡Oh mi bien amado!
no se abrieron las rosas de estío…

Yo no quiero no debo reprocharte,
porque espero algún día perdonarte
y llamarte de nuevo, amado mío.

Rosario Sansores (México)

48. “Mi corazón oprimido” de Federico García Lorca

Mi corazón oprimido
Siente junto a la alborada
El dolor de sus amores
Y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
Semilleros de nostalgias
Y la tristeza sin ojos
De la médula del alma.
La gran tumba de la noche
Su negro velo levanta
Para ocultar con el día
La inmensa cumbre estrellada.

¡Qué haré yo sobre estos campos
Cogiendo nidos y ramas
Rodeado de la aurora
Y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
Muertos a las luces claras
Y no ha de sentir mi carne
El calor de tus miradas!
¿Por qué te perdí por siempre
En aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
Como una estrella apagada.

Federico García Lorca 

49. “El retorno” de Rosario Sansores

Yo sé que volverás. Yo sé que un día
suspirarán unidas nuestras bocas
y otra vez en la noche quieta y fría
se juntarán nuestras cabezas locas…

Sé que en tus horas de nostalgia evocas
el ámbar de mi piel y sé que sueñas
que estremecido entre tus manos tocas
dos palomas nevadas y sedeñas…

¡Ah! Yo también cuando la alondra canta,
sueño en tu amor y mi tristeza es tanta
que ya su peso el corazón ahoga…

Mi vida –silenciosa pasajera–
en el esquife azul de la quimera
sobre las aguas del recuerdo, boga…

Rosario Sansores (México)

50. “Corazón, ¡lo olvidaremos!” de Emily Dickinson

Corazón, ¡lo olvidaremos!
¡Tú y yo, esta noche!
Tú olvidarás el calor que él dio,
yo olvidaré la luz.

Emily Dickinson

51. “Del pecado de amarte” de Rosario Sansores

Del pecado de amarte no estoy arrepentida,
aunque un oscuro abismo nos separe a los dos,
en tanto que risueña te doy mi despedida,
mis ojos se iluminan para decirte adiós.

No nos debemos nada. Tú me diste tu boca
limpia como el agua fresca del manantial;
y te enlacé en mis brazos, amorosa y sensual,
y apagué en la cisterna mi sed ardiente y loca.

Peregrinos errantes, nuestra ruta seguimos.
Si dos sendas opuestas al azar elegimos,
¿por qué nos rebelamos con violenta actitud?

Rosario Sansores (México)

52. “Cuando llegues a amar” de Rubén Darío

Cuando llegues a amar, si no has amado,
sabrás que en este mundo
es el dolor más grande y más profundo
ser a un tiempo feliz y desgraciado.

Corolario: el amor es un abismo
de luz y sombra, poesía y prosa,
y en donde se hace la más cara cosa
que es reír y llorar a un tiempo mismo.

Lo peor, lo más terrible,
es que vivir sin él es imposible.

Rubén Darío

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