No hay nada tan fascinante como ser parte de las historias de amor más hermosas, esas que rompen con todos los esquemas y líneas del tiempo con el único fin de encontrarse y mantenerse. Iniciar un capítulo resulta en toda una aventura, y mucho más cuando se acentúa con una boda maravillosa. Déjate llevar por las fotografías de Jorge Kick y, por supuesto, por el encanto escondido en el gran día de Gabriela y Guillermo.
El novio
Los rayos de sol de una mañana aun adormilada, traspasan las cortinas del cuarto de hotel en el que Guillermo se está quedando, antes del gran momento.
Entre risas y nervios, los amigos que lo acompañan junto con su padre, intercambian unas tranquilas bebidas, para así poderse relajar y disfrutar debidamente la emoción de lo quee será una gran celebración.
Portando un smoking blanco, con bordes, moño y pañuelo negros; Guillermo muestra una sonrisa pícara, minutos antes de ver a su madre, quien en un atuendo, adornado con piedras y de una sedosa tela; trata de reprimir las lágrimas de alegría, que brotan sin cesar al ser parte de un día tan importante para su hijo.
First Look
Y es entonces que, mientras Guillermo espera impaciente en el jardín, Gabriela aparece brillando en felicidad, con un vestido escote corazón y diseño en encaje, con una cola lisa como cauda desmontable, mientras que la falda del vestido cae recta y elegantemente, terminando en una franja de encajes aperlados.
Su cabello, por otro lado, luce un estilo libre y sencillo, al mantener un recogido de novia, sujeto con una coronilla de hojas color bronce, permitiéndole una elegante caída a su semi trenzado cabello color chocolate.
Disfrutando un poco de su tiempo a solas antes de el gran momento, Gabriela y Guillermo intercambian caricias y sonrisas, acompañados de la naturaleza, que se viste de gala a su lado, sin querer robarle el protagonismo a las dulces y melancólicas miradas que los novios intercambian.
La ceremonia
Después de aquel fugaz encuentro, Guillermo es acompañado por unos cuantos de sus amigos hasta la iglesia, en donde espera con una sonrisa de oreja a oreja a que su bella novia llegue, precedida por sus damas de honor, quienes portan el color negro, como un accesorio para permitirle a la novia resplandecer más que nadie en éste, su gran día.
El coche llega, los anillos están listos y el novio aguarda con un semblante relajado a que se repartan los pétalos por los cuales Gabriela caminara en compañía de dos de las personas que más allegadas a ella, hasta el altar, en donde Guillermo tomará su mano y esperará ansioso por escuchar el tan anhelado “sí”.
El sacerdote comienza la celebración, hay lágrimas entre los invitados, miradas llenas de ilusión y una alegría sin comparación. Cuando el momento de los votos llega, la emoción se hace más presente en aquellos que ya no son novios, sino marido y mujer.
Y entonces después de una breve y conmovedora ceremonia, el sonido de las trompetas rebota por todo el recinto, mientras que los ahora esposos caminan de la mano por el altar, hasta el final del lugar, en donde todos sus amigos y familiares los reciben con alegría, mientras ellos sellan su dicha con un beso espontáneo.
La recepción
La cena se lleva a cabo en un lindo jardín, en donde el negro vuelve a predominar tanto en mesas como en sillas, mostrándonos que, como siempre, lo negro siempre es lo elegante. La naturaleza también acompaña la noche, con unas macetas decoradas por pequeños cactus, mientras que las mesas muestran un sencillo arreglo de flores silvestres, en color blanco.
Con los novios gozando su momento, Guillermo expresa todas sus emociones al micrófono, en compañía de su esposa, de quien no se despega ni un solo segundo.
Una vez terminan ese mar de emociones, la fiesta comienza con luces de bengalas y los ritmos puestos por un DJ, quien permitiéndole a Gabriela intercambiar unos suaves pasos con su suegro, deleita a los invitados con su segundo cambio. Un vestido que se divide en dos: la parte superior es de manga larga y con un escote discreto, cubierto por encajes que le permiten a la bella novia presumir su piel morena. Por otro lado, la falda hecha con una tela traslúcida tiene una elegante y suave caída, permitiendo que el fondo se haga notar de forma discreta, un toque ideal para realzar los pasos de baile de la novia.
Y así la fiesta avanza junto con la noche, misma que les permite intercambiar risas y divertidos pasos, con los cuales desearles a los nuevos esposos, una vida llena de felicidad. Si quieres una boda así de hermosa, también te recomendamos: Toques rústicos e invernales: La boda de Mich y Pablo y Una sola persona: La boda de Michelle y Cristian.
Fotografía: Jorge Kick
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