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Con la emoción a flor de piel: La boda de Majo y Chente

Dos novios convencidos de haber encontrado el mejor regalo de sus vidas en el otro. No te pierdas ni una sola de las fotografías de Guillermo Navarrete.

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¿Alguna vez una fotografía te había sacado lágrimas? Seguro cuando seas testigo de la boda de Majo y Chente entenderás a qué me refiero. Se trata de aquellos momentos que se convierten en instantes en donde todo se detiene con el fin de dar una muestra de amor, pero de amor verdadero. Real. Sin complicaciones. Entregado. Así fue este gran día, una jornada engalanada por un sinfín de emociones, momentos que irradiaron magia y, por supuesto, dos novios totalmente convencidos de haber encontrado el mejor regalo de sus vidas en el otro. No te pierdas ni una sola de las fotografías de Guillermo Navarrete.

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Foto: Guillermo Navarrete

La novia

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Para iniciar con el gran día no solo era necesario contar con uno de los escenarios más espectaculares de Tepoztlán, sino también ver el arreglo de Majo para ese día tan especial. Para su boda, nada más acertado que un vestido de novia corte sirena con encaje, un diseño con escote corazón y acompañado con un cinturón cubierto con pedrería. Como parte de su look, Majo apostó por lucir un chongo para novia, uno de los peinados más tradicionales y con encanto para cualquier look; este aderezado con un tocado de flores y un velo estilo catedral que la acompañaría a la ceremonia religiosa.

Como parte del arreglo, nada fue más emotivo que la mirada con la que su padre la veía. Ese momento en donde las lágrimas de emoción empezaron a fluir fue, sin lugar a dudas, único en todo sentido. Ambos no cabían con esa ola de emociones que los inundaba, y entre abrazos y miradas mil, padre e hija se dispusieron a disfrutar de un día que marcaría la felicidad de Majo y Chente ¡para siempre! Las damas tampoco escondieron su emoción al ver a Majo vestida de novia, y las fotografías dan muestra de ello.

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El primer encuentro

Uno de mis momentos favoritos es cuando los novios se encuentran por primera vez antes de la ceremonia religiosa. En el caso de Majo y Chente, los nervios se sentían a cada paso. Ambos se encontraron frente a frente para empezar a vivir el primer día del resto de sus vidas. Previo al gran “sí, acepto” ambos se dejaron llevar por ese amor incondicional que los caracteriza, siempre acompañado de risas infinitas y miradas que parecían sacadas de película.

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La ceremonia

Qué mejor lugar que Tepoztlán para llegar hasta el altar frente al amor de tu vida, ¿o no? De esta forma lo hicieron Majo y Chente, al apostar por una ceremonia al aire libre, en un precioso jardín, teniendo como marco una pequeña capilla que resaltaba al fondo del lugar. Cientos de pétalos de flores adornaban el camino hacia el altar, así como la mirada de todos los invitados que se centraba en la sonrisa inigualable de Majo, quien llegó hasta encontrarse con Chente del brazo de su padre. En esta etapa no faltaron las emociones, las lágrimas incontenibles y ese deseo de ser uno para siempre. Detrás del “sí, acepto” y del intercambio de votos, los recién casados salieron del lugar entre aplausos, gritos y todo tipo de festejos.

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La recepción

Decorada con detalles vintage y cientos de rosas (al igual que el ramo de la novia), el lugar lucía increíble. La vajilla con efecto talavera era un gran recordatorio de las tradiciones mexicanas, así como las texturas naturales y la presencia de la madera en la ambientación. Más allá de la decoración, el momento más emotivo fue el primer baile de los esposos, el cual se llenó de luces y cientos de papelitos que hicieron de esos minutos ¡todo un espectáculo lleno de romance!

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Sin lugar a dudas, una boda preciosa ¡en toda la extensión de la palabra! Los novios más enamorados, un padre orgulloso de su hija, un baile perfecto y una ola de emociones que le dieron vida y sentido a cada segundo de esta boda. ¡Felicidades, Majo y Chente!

Fotografía: Guillermo Navarrete

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