Es natural para nosotros actuar buscando ese estado de plenitud que tanto nos llama la atención. El tomar la decisión de casarnos con otra persona no es la excepción; buscamos la felicidad pero también con el deseo de poder siempre hacer feliz al otro.
¿Y cómo dar esa felicidad? De entrada, es importante tomar en cuenta de que la felicidad no es un regalo que alguien te da y se te queda, sino algo por lo que hay que trabajar.
“La felicidad no la regala nadie; lo sabemos por experiencia personal y también somos conscientes de que no se puede comprar en ningún sitio. Más bien, estamos persuadidos del gran fracaso que han sufrido los que, por algún medio, quieren comprarla. Como nos enseña Platón: es un estado interior y personal que solo se alcanza poco a poco a través de los logros personales. La felicidad es una conquista y las conquistas se dan después de ganar muchas pequeñas o grandes batallas”, nos cuenta el pedagogo y orientador matrimonial, Tomás Malmierca.
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Una vez que te cases, te darás cuenta de que las cosas no siempre son románticas y fáciles. A veces, hacer feliz a otra persona tendrá que implicar una lucha contra ti misma. “El matrimonio es un estado vital que compromete a dos personas a compartir todos y cada uno de los momentos de sus vidas para crecer a través de ellos como personas que se aman. Por eso entiendo que la felicidad en el matrimonio sólo puede ser un logro que hay que alcanzar poco a poco y con constantes victorias en las pequeñas batallas que hay que librar”, agrega Tomás.
¿Y cómo superar esa batalla? La clave está en pequeñas acciones. No basta con salir a cenar juntos dos veces a la semana. También es necesario demostrar el amor en los momentos que no parecen importantes. Por ejemplo: saludarse con cariño cada que llegan a casa, agradecer cosas que parecen insignificantes en lugar de enojarse por las que no te gustan o una simple sonrisa y un “¿cómo estás?” pueden ayudar. Procura siempre enfocarte en las cosas buenas de tu pareja para siempre sentirte enamorada. De esa forma, serás más feliz y lo harás más feliz.
“Para hacer feliz al otro hay que sentirse y saberse enamorado. Para eso, lo primero que hay que hacer es acepar tal y cual es a la persona amada. Estar enamorado, como indica la palabra, es estar en camino hacia el amor. Es la convicción de que cuando uno se casa se dispone a amar a esa persona que ante testigos afirma que ama con virtudes y defectos. Todo con la certeza de que amar completamente a un ser humano va a ser una tarea ardua, costosa y para toda la vida”, aconseja Tomás.
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Aunque es una tarea costosa por nuestras debilidades, amar a otra persona y buscar su felicidad puede hacerte más feliz que con sólo quererte a ti misma. “Sólo la conquista del amor es la que nos llevará a la felicidad. Porque sólo cuando se ama de verdad se rompe el ego que llevamos dentro y se nos invita a superar la soberbia y la vanidad que tenemos incrustada”, dice Tomás. Ten en cuenta estos consejos, pues aunque es difícil no por eso imposible. ¡Vale la pena!
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